Tu espíritu nunca morirá, lo que muere es la carne

Juan 19 30 Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entrego el espíritu.

Consumado es.
Consumado es.
Consumado es.

Quisiera decirlo mil veces.

Cuando el Señor dijo estas palabras, se conmovió el universo completo. Todos los demonios del infierno supieron que estaban vencidos. ¡La muerte había sido destruida, la victoria era total!

¡Nuestro Jesús venció!
¡Nuestro Salvador ganó la batalla!
Y junto con la siguiente palabra:

Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

Lucas 23 46 Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiro.

La tierra se estremeció. ¡Ni siquiera pudo contener a sus muertos!

Mateo 27

51 Y he aquí, el velo del templo se rasgo en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron;

52 y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron;

53 y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.

54 El centurión, y los que estaban con el guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente este era Hijo de Dios.

El velo se rasgo porque ya se había acabado la separación entre el hombre y Dios. Ahora ya yo no necesito que un sumo sacerdote interceda por mí, yo puedo venir por medio de Cristo directamente a mi Padre Celestial. ¡Gloria a su nombre!

Observa como el espíritu de Cristo va inmediatamente al Padre. Por eso le dijo al ladrón arrepentido, hoy estarás conmigo en el paraíso. Lo que muere es el cuerpo no el espíritu.

Ahora sé que cuando muera, no estaré en una tumba fría, ni dormiré por años hasta el día de la resurrección ¡porque inmediatamente mi espíritu ira al Padre!

"Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1:12).

Los hijos de Dios lo somos por medio de Jesús, y así como él le prometió al malhechor arrepentido, ¨hoy mismo estarás conmigo en el paraíso" así mismo nos dice a cada uno de nosotros en el día de nuestra partida de este mundo.

Gracias Señor por darnos la seguridad de la vida eterna,

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