Superando el Miedo: Fijando la Mirada en Jesús
El miedo es una emoción básica y natural que tiene su propósito en la preservación de la vida. Nos ayuda a escapar del peligro y a mantenernos a salvo en situaciones amenazantes. Sin embargo, el problema surge cuando permitimos que el miedo domine nuestro corazón, llevándonos a una vida esclavizada por la ansiedad y el temor. Romanos 8:15 nos recuerda que “Ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: «¡Abba! ¡Padre!»”
El miedo tiene la capacidad de distorsionar nuestra percepción de la realidad, llevándonos a pensar de manera exagerada y disfuncional. Peor aún, este tipo de miedo excesivo no solo afecta a quien lo experimenta, sino también a todo su entorno. Por eso, Isaías 35:4 nos dice: “Digan a los de corazón temeroso: «Sean fuertes, no tengan miedo. Su Dios vendrá, vendrá con venganza; con retribución divina vendrá a salvarlos.»”
El miedo y nuestra fe en Dios
El único ser que merece nuestro temor es Dios, pero incluso ese temor es un reconocimiento de Su grandeza y no un miedo que nos paralice. Dios está de nuestro lado, protegiéndonos y guiándonos. Éxodo 20:20 nos enseña: “No tengan miedo, Dios ha venido a ponerlos a prueba, para que sientan temor de Él y no pequen.” Este tipo de temor es reverencial, nos ayuda a mantenernos en el camino correcto y nos aleja del pecado.
En medio de nuestros miedos, podemos encontrar consuelo al poner nuestra confianza en Dios, tal como lo hizo David. En Salmos 56:3-4 leemos: “Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza. Confío en Dios y alabo su palabra; confío en Dios y no siento miedo. ¿Qué puede hacerme un simple mortal?” Este versículo nos anima a desviar nuestra atención del miedo y enfocarla en Dios, quien nos sostiene en todo momento. En Mensajes Sabatinos: Venciendo el miedo con fe, se explora cómo la confianza en Dios es el antídoto perfecto contra el miedo.
Pedro y la lección del enfoque
Un claro ejemplo de cómo el miedo puede hacernos caer es el episodio en el que Pedro caminó sobre el agua. Mateo 14:30 nos dice: “Pero al sentir el viento fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: —¡Señor, sálvame!” El problema de Pedro fue que, en lugar de mantener su mirada fija en Jesús, permitió que las circunstancias lo abrumaran. Y así sucede en nuestra vida; cuando quitamos nuestra mirada de Jesús y nos enfocamos en las dificultades, el miedo comienza a invadirnos.
Jesús le recordó a Pedro y a sus discípulos la importancia de la fe sobre el miedo: “¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Todavía no tienen fe?” (Marcos 4:40). Esta enseñanza es clave: para vencer el miedo, necesitamos tener fe. En Amigo de ese ser supremo en el cual crees y confías: La fe que vence el miedo, se reflexiona sobre la importancia de mantener nuestra fe firme, incluso en los momentos más difíciles.
La fe: El antídoto al miedo
Hebreos 11:27 nos enseña el poder de la fe al recordarnos a Moisés: “Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible.” Moisés no dejó que el temor a las circunstancias lo detuviera, sino que se mantuvo firme al confiar en Dios, aun cuando no veía el desenlace de la situación.
Pero, ¿cómo podemos desarrollar una fe tan fuerte? Romanos 10:17 nos responde: “Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo.” Si estamos más atentos a las noticias, al miedo que nos rodea, es probable que nuestra fe se debilite. Necesitamos fijar nuestra atención en la Palabra de Dios, porque es allí donde encontramos la fortaleza para enfrentar cualquier desafío.
Hebreos 12:2 nos invita a “fijar la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe”. Cuando ponemos nuestros ojos en Él, el miedo desaparece y la fe crece. No importa cuán difíciles sean las circunstancias, Jesús está con nosotros y Su amor nos sostiene. Como lo afirma Romanos 8:37: “En medio de todos nuestros problemas, estamos seguros de que Jesucristo, quien nos amó, nos dará la victoria total.”
Conclusión
El miedo puede ser una emoción natural, pero no debe dominar nuestra vida. La fe en Dios es el camino para vencer el miedo, y esa fe se fortalece cuando fijamos nuestra mirada en Jesús. Recuerda que somos hijos de Dios, y Él cuida de nosotros en cada momento. No temas, porque nada puede separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús.
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