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Mostrando las entradas de noviembre, 2022

4 cosas que Dios pide de ti

En Deuteronomio capítulo 10 leemos cómo Moisés estuvo en el monte Horeb cuarenta días y cuarenta noches, orando a Dios para que no destruyera su pueblo rebelde. Moisés finalmente dice: “Y él (Dios) me escuchó, pues no los destruyó. Al contrario, me pidió que me preparara y los guiara a conquistar la tierra que él prometió dar a los antepasados de ustedes”. A continuación comparto contigo lo que Dios habló a Su pueblo en aquel día, todavía muy vigente para el día de hoy: “¿Qué espera Dios de ustedes? Simplemente que lo respeten y obedezcan, y que lo amen y adoren con todo su ser. Dios espera que ustedes obedezcan todos sus mandamientos, para que les vaya bien. Nuestro Dios es dueño del cielo y de la tierra, y de todo lo que hay en ella. Él pudo elegir a cualquier pueblo de la tierra, pero eligió a los antepasados de ustedes porque los amaba, y los eligió también a ustedes para que hoy sean su pueblo. Pero no sean tercos, ni se olviden jamás del pacto que tienen con Dios. Él es el Dios s

EL PODER DE TUS PALABRAS

Hay mucho poder en las palabras, se pueden usar para fortalecer, bendecir o para uno auto-destruirse. Las personas que se pasan criticando a otros se están auto-maldiciendo porque con la misma vara que midamos seremos medidos. Esto significa que de todo lo que hayamos acusado a otros, nosotros tendremos que darle muchas cuentas a Dios de cada una de nuestras acciones, y eso es escalofriante, pues es una carga muy pesada. Las personas que elogian a otros sinceramente, se están auto-bendiciendo, pues quien bendice a otros está diciendo palabras de vida y la vida se multiplica ya que es una ley espiritual (Él vino a dar vida y vida en abundancia). Algunas palabras inspiran a que otros se atrevan a desarrollar el potencial que Dios ha puesto en sus corazones. Otras palabras abren los ojos de la verdad y las cadenas que nos han atado por tanto tiempo con mentiras se rompen y somos libres para realizarnos en lo que verdaderamente nos hace feliz. La Palabra de Dios aumenta nuestra fe, nos pro

ASÍ SOY, Y SOY FELIZ

Me siento realizado, Dios me ha hecho libre. Puedo ser yo, puedo ser feliz. Sirvo a Cristo genuinamente, sin religiosidad. Amo y me aman amigos de verdad, no esos que solo buscan a uno por interés. No juzgo ni condeno a persona alguna. Trato a todos como mi igual, respeto y exijo que se me respete. Busco la forma de acercarme más a nuestro Padre y me gusta ayudar a las personas hacer lo mismo, pienso que lo más grande es la oración a Dios. Soy directo, no pierdo tiempo jugando a agradar a todos porque sé que eso es imposible. Me sacrifico por ayudar a las vidas por quienes Cristo murió. Prefiero estar al lado del humilde, del necesitado, del despreciado, del juzgado, que vivir tratando de agradar a la gente que se cree perfecta y que piensa que los demás son segunda categoría, aunque con sus labios digan lo contrario, pero sus acciones los delatan. Pude descubrir siendo joven lo que otros vienen a conocer cuando se les acaba la vida. Soy feliz con quien quiere ser feliz. Se vivir hoy,

Decide engrandecer a Dios en medio de tus dificultades

“¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva y recibamos una herencia indestructible, incontaminada e inmarchitable. Tal herencia está reservada en el cielo para ti, a quien el poder de Dios protege mediante la fe hasta que llegue la salvación que se ha de revelar en los últimos tiempos. Por eso, alégrate, aunque sea necesario que por algún tiempo tengas muchos problemas y dificultades. Porque la fe que tienes en Dios es como el oro: así como la calidad del oro se prueba con fuego, la fe que tienes en Dios se prueba por medio de los problemas. Si pasas la prueba, tu fe será más valiosa que el oro, pues el oro se puede destruir. Así, cuando Jesucristo aparezca, hablará bien de la fe que tienes en Dios, porque una confianza que se ha probado tanto merece ser muy alabada. Aunque nunca has visto a Jesucristo, lo amas y crees en él, y tienes una alegrí